jueves, 19 de septiembre de 2013

Magnanimidad, discernimiento y tiempo al tiempo...

   Aun cuando pueda ser mucho colocar dos post en un día, estoy acabando de leer una entrevista al Papa Francisco, que me ha llegado a mi buzón de correos, y me pareció interesante colocar aquí...
   Respondiéndole a su entrevistador sobre lo que significaba para él, como Jesuita, ser Papa, recordó una frase de San Ignacio de Loyola (el fundador de la Compañía de Jesús) que siempre le ha impresionado: "Non coerceri maximo, sed contineri minimo divinum est" (no tener límite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeño). El Papa lo define como la virtud de la magnanimidad, que hace de los humanos más personas, a través de una gran sensibilidad por lo realmente valioso y grande de esta vida (...y del más allá), pero a su vez con una delicadeza de ánimo para los pequeños detalles y las cosas minutas del día a día. ¡Desde luego que hacen falta más magnánimos en este mundo de hoy!
   En palabras de Francisco: "Esta virtud de lo grande y lo pequeño se llama magnanimidad, y, a cada uno desde la posición que ocupa, hace que pongamos siempre la vista en el horizonte. Es hacer las cosas pequeñas de cada día con el corazón grande y abierto a Dios y a los otros. Es dar su valor a las cosas pequeñas en el marco de los grandes horizontes, los del Reino de Dios" (www.gumilla.org/hablafrancisco 4).
   No puedo resistirme a seguir citando las palabras de este argentino (curiosamente humilde): “Esta máxima ofrece parámetros para adoptar la postura correcta en el discernimiento (típico del hacer ignaciano, ndr.), para sentir las cosas de Dios desde su ‘punto de vista’. Para san Ignacio hay que encarnar los grandes principios en las circunstancias de lugar, tiempo y personas. A su modo, Juan XXIII adoptó esta actitud de gobierno al repetir la máxima "Omnia videre, multa disimulare, pauca corrigere" porque, aun viendo omnia, dimensión máxima, prefería actuar sobre pauca, dimensión mínima. Es posible tener proyectos grandes y llevarlos a cabo actuando sobre cosas mínimas. Podemos usar medios débiles que resultan más eficaces que los fuertes, como dice san Pablo en la primera Carta a los Corintios”. (www.gumilla.org/hablafrancisco 5).
   A ver si retomamos esta tradición cristiana de estar más atentos, cada día, por las pequeñas cosas, los pequeños detalles, que engrandecen a las personas, y así vamos descubriendo una brecha a las inquietudes del post de esta mañana: 'las complejidades de la vida'...

Complejidades del diario vivir...

Diálogo con un joven sobre las complejidades de la vida. Me abordó con la siguiente inquietud:
"Desde hace unos días vengo dándole vueltas a mi testuz, a ver si encuentro alguna razón que valide aquello de que hay que vivir a plenitud cada día, sin caer en superficialidades de distinto grado y nivel...
Vivir a plenitud: ¿qué querrá decir? la mar de las veces, la gente dice que es el hacer cada día lo que haya que hacer, bien hecho, sin dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, tratando a los demás como me gustaría que me trataran, y el vivir toda una serie de virtudes que contribuyen a ser más humano cada día.
Sin embargo, las superficialidades siempre están al acecho de la existencia de quienquiera... ¿qué es superficialidad? ...pues todo aquello que me impide ser más humano; es decir, aquello que me aleja del vivir en plenitud mi propia vida. A algunos les ataca más, a otros menos, y por ello se podría hablar de unos grados o niveles. Cada quien sabe por cuál pata cojea y, sobre todo, cuánto cojea...
El punto es que esa vida, sin superficialidad, plenamente vivida es agotadora... ¡cuán agotadora es!
¿Vale la pena tanto agotamiento diario? ...algunos responden que sí vale la pena, ¡claro que vale la pena! mmm... y ¿por qué razón vale la pena?
¡He aquí el meollo de la cuestión!
¿Para ser más humanos? ¿y de qué sirve? ...no siempre se termina una jornada realmente satisfecho, ni por lo que se dejó de hacer, ni por lo que se hizo, ni por ser más humano, o menos humano... ¿o sí?
...tiene que haber otra razón..."
La verdad es que no supe qué responder, aunque respuestas tenía muchas... pero me dejó pensativo a mí también, porque tales respuestas pueden ser más de conveniencia y sin ninguna certeza que vaya más allá de mi experiencia personal (como tampoco la suma de experiencias distintas puede ser garante de certidumbre en lo que la complejidad del vivir humano se refiere). Tales son de talante emotivo-racional, como, por ejemplo: "se siente uno bien al final del día, porque sabe que hizo todo bien". Otras son de fundamento espiritual-religioso (cristiano, entendido como seguidores de Cristo Jesús, independiente de las denominaciones sectarias o institucionales): "Así se agrada a Dios nuestro Padre, pues Él quiere que seamos más humanos y conformes a lo que su Hijo nos enseñó". Algunas otras son más bien de caracter compensatorio para 'Dummies' (como la serie de libros que circulan por doquier y en varios idiomas): "Dále, no te detengas, que al final se verán los resultados... hay que darle tiempo al tiempo, y lo entenderás... etc.". Y aún más, otras son de corte sociológico: "así contribuyes a que construyamos un mundo mejor... házlo por tus hijos y tus nietos... etc."
Pero la verdad es que ninguna de esas respuestas satisfaría a este joven...
Definitivamente, tiene que haber otra razón...